Kiruna, ¿cómo opera la mina más moderna del mundo?
Ubicada en el extremo norte del país, muy cerca del círculo polar ártico, la mina –propiedad de la compañía estatal sueca LKAB- ha sabido combinar sustentabilidad, innovación y eficiencia.
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(Diario Financiero) Equipamientos autónomos y operaciones telecomandadas desde el exterior de la mina, eficiencia energética y seguridad. Todos estos aspectos están en Kiruna, la mina subterránea sueca de extracción de hierro más grande del mundo y la primera representante de la minería del futuro.
Ubicada en el extremo norte del país, muy cerca del círculo polar ártico, la mina –propiedad de la compañía estatal sueca LKAB- ha sabido combinar sustentabilidad, innovación y eficiencia. Componentes clave en su proceso de ampliación iniciado en 2010, que la hicieron pasar de 1.045 mts de profundidad, a 1.365 mts, extendiendo en 20 años su vida.
En 2011 el funcionamiento era continuo los 365 días del año, tanto en las faenas extractivas como en las plantas, lo que lograron con la incorporación de la automatización de los procesos, de vehículos autónomos y monitoreo en tiempo real.
Hoy Kiruna cuenta con unos 1.800 empleados, de ellos, sólo 400 trabajan en la faena. Por ejemplo, las labores de perforación continua la realizan sólo cuatro operarios quienes mantienen los equipos funcionando a través de un panel de control, con el que, además, vigilan la eficiencia de otros procedimientos, como el flujo de agua. Ante eventuales problemas, las máquinas están programadas para detenerse automáticamente.
El modelo de Kiruna ha sido caso de estudio internacional, incluso en Chile. Con nuestro país tiene varias similitudes, entre ellas, la minería subterránea, los años de explotación y ser una empresa estatal.
Hernán Araneda, gerente del Centro de Innovación en Capital Humano de Fundación Chile (FCh), participó en una gira de la Comisión Nacional de Productividad que visitó Kiruna en 2016, una experiencia que le permitió conocer en detalle las virtudes de la mina, considerada la más moderna del mundo.
Araneda destaca los avances tecnológicos y la disponibilidad de equipos, lo que se conjuga con una “efectividad organizacional”, una cultura de trabajo más horizontal e incentivos para los funcionarios. Por ejemplo, poseen una estructura liviana, con sólo cuatro niveles jerárquicos, organizados en equipos de trabajo autónomos que, en su mayoría, realizan labores cognitivas y donde las rutinarias son marginales.
“Todos aplican habilidades para resolver problemas que no son susceptibles de automatización. Los niveles de calificación se concentran en operadores, mantenedores y especialistas de nivel técnico-profesional. Una minoría son universitarios”, dice.
La efectividad de Kiruna, explica Araneda, se debe a que Suecia por años ha apostado por impulsar la innovación tecnológica por medio de un clúster minero, estimulando el desarrollo y crecimiento de proveedores locales, particularmente de fabricación de equipo pesado y de infraestructura y maquinaria para plantas de procesamiento. Los proveedores prueban los equipos en yacimientos como Kiruna, lo que ha estimulado un ambiente de innovación en torno a los desafíos del sector, afirma Araneda.
A ello se suma la promoción de Investigación y Desarrollo (I+D) para la minería, generando un ecosistema de emprendimiento, aprovechando las oportunidades derivadas de la automatización de procesos e Internet de las Cosas.
Araneda señala que varios de los componentes del modelo de gestión de Kiruna son pertinentes para Chile, con desafíos comparables, elementos ligados a gestión y efectividad, cultura de trabajo e innovación en torno a desafíos.
Mover una ciudad
Kiruna también es la ciudad más septentrional de Suecia que surgió al alero de la mina y que debido a la explotación del yacimiento se está hundiendo. Por ello, las autoridades optaron por mover la ciudad y a sus más de 19 mil habitantes, 3,2 kilómetros, proyecto que iniciaron en 2013 y que se extenderá hasta 2033, con un costo de US$ 1.000 millones. El traslado, lejos de incomodar a los protagonistas, explica Araneda, lo ven como una oportunidad para innovar en el desarrollo urbano, mejorar la calidad de vida y la sustentabilidad ambiental, convirtiéndola en una ciudad pequeña, pero inteligente.