Chuqui Subterránea tiene más de 60% de avance; en julio de 2019 iniciará primera producción y aportará al año US$500 millones
Esta semana el directorio aprobó un incremento en el presupuesto del proyecto estrella de Codelco, cifrándolo en US$ 5.550 millones, monto que con el actual avance en la etapa de construcción, con la ingeniería y abastecimiento prácticamente terminados, es “improbable” que varíe, señala Nelson Pizarro, presidente ejecutivo de la compañía.
(El Mercurio) En Codelco aseguran que un peso que inviertan significa $1,67 de retornos en bienes y servicios para la Región de Antofagasta. Este es uno de los beneficios que estiman en la corporación que generará el megaproyecto que realiza para transformar Chuquicamata, la mina a cielo abierto más grande del mundo, en una faena subterránea.
Esta semana, la compañía oficializó un cambio en el presupuesto de Chuquicamata Subterránea, cifrándolo en US$ 5.550 millones, esto es US$ 2 mil millones más que su estimación presupuestaria original de 2014 (convertida a dólares de 2017).
Pese al incremento, diversos actores de la industria ven la iniciativa como la única manera de viabilizar la explotación del yacimiento a futuro. ¿La razón? Mientras las faenas en el rajo tienen fecha de caducidad a 2021, en sus profundidades la mina contiene 1.700 millones de toneladas de cobre de buena ley (0,6%) para ser explotadas en los próximos 40 años y para ello requiere materializar este proyecto “refundacional”, como le llaman al interior de la Corporación.
“Hay que entender que las reservas del rajo de Chuqui se están acabando y que la explotación subterránea permitirá sostener el nivel de producción entregado en los últimos años”, afirma Juan Benavides, presidente del directorio de Codelco. “Forma parte de la cartera de proyectos estructurales sin los cuales esta compañía de todos los chilenos inevitablemente se reduciría en escala en forma muy sustantiva y a muy corto plazo”, complementa Óscar Landerretche, ex presidente del directorio de Codelco.
Efecto de mercado disparó en más de 65% los costos
La aprobación del reformulado presupuesto ahora está en manos del Ministerio de Desarrollo Social y de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), un trámite inminente, pero esencial para el Gobierno: “El Presidente nos ha pedido que todos los proyectos se formulen con la mayor precisión posible. Si uno hace un análisis de los proyectos estructurales (de Codelco) todos han costado casi el doble, además demorándose el doble de lo que habían sido presupuestados”, asegura Baldo Prokurica, ministro de Minería. Por ello, la premisa es que Cochilco se demore lo menos posible en pronunciarse respecto del nuevo presupuesto.
Correcciones en la estimación del presupuesto que explica Nelson Pizarro, presidente ejecutivo de Codelco: “Más de un 65% del aumento de los costos se explica por efecto del alza del precio del cobre; subió el cobre y toda la cadena de bienes y servicios requeridos también subió sus costos. En el ciclo de altos precios del cobre en toda la industria asociada a la minería, hubo también una escalada en los precios a la que Codelco no pudo escapar. El resto del alza se explica por los esfuerzos que hicimos en términos de asegurar el inicio de la operación a principios de 2019, dada la relevancia que tiene para la continuidad operacional, cuyo rajo abierto termina en el año 20-21”, afirma.
Además del 65% del incremento del alza por el boom del cobre; hay un 10% de alza explicada por aumentos de obra y otro 25% proveniente de la renegociación de contratos, con miras a poner en marcha los primeros hundimientos o producción en julio de 2019.
Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining, ve un efecto generalizado en la industria por el encarecimiento de precios, pero hace un matiz sobre Codelco: “Esto se suma a que Codelco sabía que tenía que desarrollar estos proyectos estructurales de hace mucho tiempo, pero al final se dio una congestión de proyectos en simultáneo que generó también incrementos”, señala.
Sin embargo, Nelson Pizarro asegura que el presupuesto autorizado por el directorio de Codelco esta semana sería el definitivo: “Ahora, con avances sobre el 60% en la etapa de construcción, con la ingeniería y abastecimiento prácticamente terminados, es improbable que el presupuesto final varíe”, asegura.
Financiamiento por tres vías: aporte estatal, interno y deuda
Todo esto, a cambio de un cuantioso aporte al fisco. “Sin el proyecto, los excedentes de Codelco habrían disminuido en cerca de un 21%; gracias a esta inversión, Chuquicamata entregará un flujo creciente de excedentes hasta alcanzar aproximadamente US$ 500 millones anuales en los próximos 40 años de explotación (con una proyección del precio del cobre de US$ 3,05 por libra)”, anticipa Juan Benavides.
De ser aprobado el reformulado presupuesto, el financiamiento correrá por tres vías: una parte vendrá de la contribución del Estado a la Corporación, a través de la capitalización aprobada en 2014, por hasta US$ 4.000 millones en cinco años, que a fines de este año o a inicios del siguiente ya estaría cerca de dicho guarismo; adicionalmente, financiamiento interno, básicamente provisiones de la compañía y deuda.
“Codelco tiene una estrategia de financiamiento para el global de sus necesidades de inversión, no proyecto por proyecto. Esta estrategia consiste en una combinación de flujos generados por la operación, financiamiento de terceros, y capitalización del dueño (a través de retenciones o inyección de recursos frescos). Para hacer posible la exigente cartera de inversiones de los próximos 10 años, por US$ 40 mil millones, será necesario estudiar una política de capitalización a largo plazo para Codelco”, asegura Benavides.
Juan Benavides, presidente del directorio de Codelco: Faena funcionará con 4.500 trabajadores propios de Codelco, encargados de las operaciones
En “velocidad de crucero”, el proyecto requerirá cerca de 14 mil trabajadores en total. Como se trata de una faena subterránea, de tres niveles que se irá construyendo progresivamente, habrá unos 5 mil trabajadores que se dedicarán permanentemente a esta labor. Los nueve mil trabajadores restantes se repartirán en 4.500 trabajadores de Codelco, destinados a la operación y otros 4.500 contratistas.
En la actualidad, Chuquicamata tiene aproximadamente 5.500 trabajadores propios, de los cuales 1.700 podrían ser desvinculados por distintas razones en los próximos cuatro años: porque padecen enfermedades (314), son jubilables (688) o tienen contrato a plazo fijo (227). Además, hay otro grupo de trabajadores (485) que podrían o no ser parte de la mina subterránea, dependiendo de cómo se adapten a las nuevas condiciones laborales o si cumplen los requisitos de salud, por ejemplo.
Justamente en las condiciones en que egresen los trabajadores que sean desvinculados se han centrado las conversaciones de las últimas semanas entre los sindicatos y la empresa. Para Óscar Landerretche es entendible la incertidumbre e incluso el enojo de los trabajadores producto de la transformación estructural. “Es responsabilidad de la empresa administrar el proceso para reducir esas incertidumbres, intentar paliar las frustraciones y revertir los estados de ánimo cuando son negativos. Durante los años que me tocó presidir el directorio se intentó genuinamente administrar este proceso a través del diálogo y los acuerdos”, plantea.
La idea de la compañía es abrir 960 cupos nuevos para trabajar en la mina subterránea, por lo que planean absorber a la mayor cantidad posible de sus actuales colaboradores para estas faenas. Desde ya, cien están capacitándose en El Teniente desde mayo y hasta el 31 de octubre, y el plan es instalar después a otro grupo de cien. Uno de ellos es Alexis Araya, que trabaja desde 2008 en Codelco con contrato indefinido, y hoy maneja grúas en Chuqui además de ser controlador de patio y en El Teniente se está especializando en la operación de máquinas jumbo, que en simple, están encargadas de los explosivos.
Fue seleccionado el año pasado como parte de un llamado que hizo la empresa a trabajadores de Chuqui para ingresar al “Programa de inducción, entrenamiento y pasantía en minería subterránea”, en el que tuvo que superar exámenes físicos y psicológicos, entre otros. Una vez instalado en Rancagua, cuenta que asistió cerca de un mes a clases teóricas, de operación del equipo, estándares de seguridad, entre otros, y luego se trasladó al terreno a trabajar con un tutor que le enseña cómo moverse dentro de la mina, y cómo operar el equipo, entre otros aspectos. “Yo trabajaba en la gerencia de refinería en Chuqui, que era el último proceso de la obtención del cobre fino, y ahora me estoy pasando al otro extremo, el primer proceso. Para mí, ha sido un cambio radical, porque es pasar de una actividad que consistía trabajar en planta y al aire libre, y solo mover material ya procesado a pasarme al origen de nuestro proceso a la mina in situ “, asegura.
Para Gustavo Lagos, profesor de ingeniería de la UC, se trata de una reconversión total: “Los mineros que ahí trabajarán serán operadores y profesionales del futuro, con competencias y habilidades muy distintas (mayores) al minero tradicional, y en un espacio laboral que ofrece un estándar muy superior”, señala.